Charly y Fito: mi música.

Charly García - Fito Páez

imagen tomada de Terra [link]

La «historia» un poco lígera, de mis encuentros con Fito Páez y Charly García, pero sobretodo la línea que une los dos momentos en que los ví a los dos juntos. 1997-2012


21 de Junio 1997, 17 años.  Había yo terminado el colegio para 1996 y después de algunos difíciles e inolvidables meses estaba ahí, en pleno Estadio El Campín, que no había conocido antes, en el sector gramilla, esperando ver a Charly García.  Había viajado solo desde Bucaramanga en un Berlinas del Fonce que apenas empezaba a crecer como empresa, a conocer a ese músico que había escuchado años antes, pero en la voz de Carlos Vives en Loca Pasión cantando «Yo no quiero volverme tan loco».  Natalia lo conocía más y recuerdo muy bien ese «Como conseguir chicas» en casette, ahora es de mis trabajos preferidos de Charly. También era parte de esos días encontrar que hacer después del colegio y de la historia de las botas locas, de querer estudiar en Bogotá, y cuya imagen de la avenida Caracas de esos años nunca voy a olvidar.  Ahí estaba, ya los meses anteriores me habían permitido conocer su historia y devorarme sus canciones. Fascinarme para siempre con Serú Giran y saberme de memoria a Sui Generis. Mao, Natalia son mis cómplices de tantos y tantos casettes ahora perdidos.  Ahora escribiendo esto, repaso ese concierto, y tal vez lo veo más de cerca, lo entiendo: un Charly genio que empezaba a tambalear en algunos malos vicios, en su propio vicio, pero que tocaba el piano a la perfección y que cantaba canciones de amor.  Del concierto no recuerdo mucho: algunas fallas en el sonido, un Charly que por momentos se desesperaba y en otros deslumbraba, un final con la gente saltándose de la gramilla general al sector de sillas… y un pequeño grupo de fans, que con luces prendidas cantaba al final las letras de Sui Generis; entre ellos yo, tarareando las «Botas Locas».

Pero sin lugar a dudas ese día fue mucho más que especial: sin estar anunciados en tarima estaban entonces Fito Páez, el eterno «discipulo», el tecladista de Charly y que para ese entonces triunfaba con su desconectado personal «Euforia», en una agresiva respuesta a la cadena Mtv por no incluírlo en sus famosos desconectados, show que Charly había realizado en 1995, con cabello amarillo, en homenaje a Kurt Cobain.  Fito estuvo esa noche al piano, pero también estaba «La Negra», la gran Mercedes Sosa.  Y mientras Charly perfilaba su «El Aguante», su «estaba en llamas cuando me acosté» se juntaron en el escenario para hacer varios temas de «Alta Fidelidad»:  un momento mágico.  Ahora veo que también estaba en el escenario Maria Gabriela Epumer, corista y  una de las musas de Charly, y fallecida en el 2003.

Charly, vestido de rojo, cerró su show de esa noche con «No toquen», y preguntó al público «¿Vieron algo raro esta noche?» – Se anticipa a la respuesta, y se contesta. «Me vieron a mi, loco, lo más grande»  Luego da la venía y corta la extensión de la bandera de Colombia.  En alguna de mis viejas agendas está pegada la entrada a ese recital. Luego entre mucha gente, más de 30mil personas, cifra que ponen algunas reseñas de dicho concierto, tomé un taxi que velozmente se dirigió por toda la carrera 30 hacia el norte de la ciudad.

Fue la única vez que ví a Mercedes Sosa.  A Fito,  fui a su primer recital de la Gira Euforia en el Palacio de los Deportes de Bogotá, y lo volví a ver  muchos años después (2008) en el Coliseo El Campín [link] en uno de sus mejores y más rockeros conciertos; y luego en el cierre de Rock al Parque 2009, donde cerró su gran show con una versión de «Cerca de la revolución» de Charly [link]  Fito fue algunas otras veces a Bogotá pero le perdí el rastro… hasta ese 2008.  Charly también, pero muchas cosas entonces pasaron.  Es recordada su frase «Buenas noches Cocalombia» en uno de esos conciertos fallidos en sus peores años, o en tal vez, sus mejores épocas creativas.  Nunca lo volví a ver en vivo en Colombia, y tenía poco conocimiento de que pasaba mientras tanto acá en Buenos Aires en unos movidos años de comienzo de los 2000.

Mi viaje a Argentina, sin lugar a dudas siempre está influído por la música de los dos, por mí música, por conocer esos muchos lugares  y no lugares de los que hablaban sus canciones.  Para cuando llegué una de las primeras cosas que ví es un mural en la Avenida 9 de Julio con Paraguay donde está pintada la carátula de «Clics Modernos» y el mismo «Como conseguir chicas» que recordaba en cassette:  Un millón de sentimientos encontrados… ahora estaba en la casa de ellos.

Para Diciembre del 2011 Charly había dejado un fallido proceso de recuperación,  y en mano de sus mejores amigos y a portas de sus 60 años preparaba su regreso después de su famoso recital en Velez Sarfield en 1999.  Estuvo invitado en el concierto del Día Internacional de los Derechos Humanos en Plaza de Mayo.  Por el escenario habían pasado antes artistas como Calle 13, Vicentico, BajoFondo, No te va a Gustar y León Giecco.  Y nuevamente estaba yo ahí.  Maravillado con sus letras, intentando asimilar esa etapa y el desgaste de tantos años del genio del piano.  Enredado, poco entendible, esa noche [link] Charly dió un recital aceptable, sin decepcionar y su versión junto a Giecco de «El Fantasma de Canterville» otro momento para no olvidar de éste viaje maravilloso:  Charly estaba en camino de volver.  Esa noche en tarima también estaba Hilda Lizarazú, compañera inseparable del genio. Y Fito, el gran Fito no estaba, había quedado pendiente, y el reencuentro aplazado.

Con el flaco de Rosario no coincidí en algunos shows que hizo en capital desde que llegué, y fue solo hasta el Otoño 2011, cuando bajo una fria noche porteña cerró su gira de «Confia» en la sede del GEBA [link]. Para mi, un concierto de repetir mil veces.  Pero faltaría más y mientras Fito rodaba ahora con su Gira «solo al piano» Charly se recuperaba.  Meses después se confirmaba: García estaría tres noches en el Gran Rex, y yo tendría que estar ahí para decir «Say no more» una vez más.  Pero había un sorpresa antes:  en sus recitales de cierre en el Gran Rex, y que me perdí por algunas varias y complejas razones, Fito tenía como invitado a Charly.  Los dos «grandes» estaban juntos de vuelta. Esa noche Fito tuvo invitados de lujo incluyendo a su gran Fabi Cantilo, pero fue con Charly el momento de extasis: «Confesiones de invierno», «Estación», «Tuve tu amor», «Promesas sobre el bidet», «No soy un extraño», «Canción de 2×3» y «El fantasma de Canterville», para cerrar con «Los dinosaurios».  Dos genios juntos, dos amigos, dos locos [link].  Así que parecía, que ahora la deuda pendiente era mía por poder verlos juntos como en 1997. Ahora se que esas ocho canciones a veces me duelen; me hubiera gustado verlas y cantarlas, pero seguro alguien lo hizo por mi.

Yo solo esperaba «El angel vigía», uno de los tres recitales (luego seis) que haría Charly en el Gran Rex.  Y sí, un nuevo Charly estaba de vuelta: (leer mi crónica de esa noche).  Los seis recitales se convirtieron hace pocos días en el «60 x 60» un compilado dvd, cd, libro con los mejores momentos de Charly tocando 60 temas diferentes para celebrar sus 60 años.  Pero mi deuda seguía pendiente…

Quilmes Rock 2011. Estadio River Plate. 7 de Abril 2012 Los dos grandes estaban juntos y de vuelta, cerrando el festival de rock del otoño, luego de dos jornadas con Foo Fighters. Y ahí pude saldar lo pendiente.  Volver a ver a Fito después del GEBA, con un recital pensado para el festival, con sus mejores canciones y un recorrido fugaz por tantos años. Un Fito seguro, impecable. Un Fito que sigue cantando 20 años después del amor.   Como es costumbre Fito cierra con Mariposa Tecknicolor y un «que Dios te bendiga Buenos Aires».

Y entonces entró el «Master Piano Man» en una limusina que lo llevaría hasta el centro del escenario, recordando sus mejores épocas, y  volviendo a River 20 años después.  Aunque ya había estado en los grandes festivales del Verano (Junin, Mar del Plata) éste también era especial: era un poco revalidar su inigualable «Concierto Subacuático» de Velez  2009, decir presente a su ciudad y a su país que tanto lo quiere.  Y con grandes excepciones Charly supo hacerlo de nuevo.  Impecable al piano, con una voz y recuerdos que se pierden con los años, pero un genio que sabe tocar, y que sabe lo que hace, un verdadero «show man» que repasa sus mejores canciones con arreglos sinfónicos y de tango, que le permite al público cantar y seguir soñando….

Y lo esperado llegaría:  Charly devuelve atenciones (ya lo había hecho en uno de sus seis recitales del Gran Rex) e invita a Fito al piano para cantar «Desarma y Sangra» en una versión magistral.  Una sola canción para ver el esperado reencuentro que tanto había esperado: una canción con todos mis sentimientos juntos.   Y la cita no sería en vano, Charly invitaría también esa noche a Pedro Aznar, uno de las cuatro «Beatles» argentinos de Serú para cantar «Un perro Andaluz».  Seguro esperaba más dúos Charly-Fito, pero estuve ahí, como tantos años antes, con ese rock en español con el que crecí, con esas canciones de amor que me acompañan todos los días, y tal vez en el fondo, solo cumpliéndome una cita a mi mismo.  Esa noche, ya lo dirían ellos, faltó el flaco, Spinetta sobre todo. Pero también Mercedes y Maria Gabriela, y Moro, y Nito y tantos otros, Mao, Natalia….  Pero estuve ahí, recordando porque no quiero volverme tan loco.

Este post está dedica a Natalia, y a tanta gente, que como yo, que admira a estos dos grandes

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Aquellos días de 1994


 

El 8 de abril de 1994 cayó en Viernes. Sergio estaba pegado a su walkman la mayor parte del paseo que nos reunía días antes de empezar el curso de liderazgo, organizado por una fundación local, con estudiantes de algunos de los colegios de la ciudad. Nos habían escogido, supongo por algunos méritos para cursarlo y estábamos allí conociéndonos y haciendo dinámicas de integración. Andábamos por el cuarto año de bachillerato y queríamos llegar muy lejos, creo ahora.  Aunque conocía los gustos de Sergio por la música rock y las nuevas tendencias de esos años caóticos, al final de la tarde, cuando regresábamos en el bus que nos dejaba en la autopista y desde donde caminábamos hasta nuestras casas, entendí que Sergio no escuchaba sus canciones favoritas, sino que estaba pendiente de la radio: habían encontrado muerto a Kurt Cobain.  En ese camino a la casa intenté asimilar la noticia, supongo que nunca lo hice.  La actitud de mi amigo era diferente y la desesperanza siempre plasmada por Kurt ahora hacía parte de su rostro.  Yo poco conocía a Kurt y a Nirvana, pues andaba más pendiente del Rock Argentino y de entender a Los Beatles.  Todo se juntaba desde entonces.   No recuerdo haber visto la noticia en la tele, o en los diarios, no recuerdo mucho de entonces.  Pero supe, que algo había cambiado ese día, y no propiamente cambiado, algo se había acabado.  Y ya pocas cosas iban a ser importantes. Y aprendí a conocer a Kurt Cobain y a Nirvana a partir de ahí. Antes del 8 de Abril era parte de ese mundo underground que el representaba… luego fue simplemente parte de lo que no quería ser. Y todos caímos en eso.  Pero dudo que eso tampoco le gustara.  Que tan mala memoria tenemos ¿?, o que tan poco me importaba ¿? o que tan ocupado en otros planes andábamos todos… no es raro que nos llamen, como en algún momento, la generación perdida.  Recuerdo haber visto el Unplugged, retransmitido por Mtv.  No había internet, no había redes sociales. Eran, éramos, verdaderos fans que moríamos o odiábamos, que escuchábamos, que copiábamos cassettes… eran otros tiempos.  Luego tuve ese Unplugged en cassette. Luego vino Silvia. Un més después se fue Andrea.  Ahora creo que fue un año triste, y que la música termino ahí.  Mis mejores dos recuerdos se los llevo Silvi: primero, una camiseta única, blanca y estampada con una imagen de Kurt, que hacía juego perfecto con los converse azules que acostumbraba a rayarme las tardes aburridas después del colegio. En esa camiseta se fue mi mejor carta de amor, creo. Ahora creería que es de desamor.  El otro recuerdo un almanaque del 96, con 12 full color images de Kurt; ella lo adoraba, un poco todo también viene de ahí. Mi cuarto con sus afiches. La música que nunca dejé de escuchar.  Poco queda en el mundo de esos días de 1994.  Y Kurt, Kurt Donald Cobain siempre hará falta.

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